Los artesanos alimentarios son los mejores embajadores del territorio. Son quienes tienen capacidad para interpretar el carácter de una comarca y plasmarlo en un producto que poner en nuestra mesa. Su labor es arte y economía, es calidad y defensa del medio rural. Porque, como dice Ramón Santos, de la quesería tradicional Cañarejal, representa “aquellas empresas que crean empleo, más que la industria, y lo hacen en el medio rural”. Por eso su presencia es tan importante para las pequeñas localidades, “que no se pueden convertir en un espacio vacío al que ir el fin de semana”.
Ramón Santos, maestro artesano de Cañarejal
Cañarejal nació hace 21 años en Pollos (Valladolid) para dar salida a la producción de una familia ganadera, y a día de hoy está en tiendas especializadas y cadenas de distribución. Allí termina el proceso que se inicia en la Reserva Natural Riberas de Castronuño, donde pastan las 1.800 ovejas adultas que aportan el 70% de la materia prima de la compañía. ¿Una razón para seguir? Que el ganadero hace la parte más difícil, el “trabajo esclavo” de obtener la leche, mientras la industria “hace el queso, que es lo más fácil”.
Una de las razones para optar por los alimentos artesanos está en la estricta limitación que afecta a estas empresas a la hora de emplear aditivos. Estos elementos se agregan a los alimentos para modificar sus caracteres organolépticos o mejorar su proceso de elaboración o conservación, lo que incluye colorantes, conservantes, acidulantes o emulsionantes, y la Organización Mundial para la Salud (OMS) ha advertido en diferentes ocasiones de que aquellos alimentos con menos de estas sustancias son más saludables. Por decirlo de otro modo: cuanto más elaborado, y por tanto alejado de su origen, está un alimento más afectará negativamente a nuestra salud.
Este argumento complementa a otros más conocidos por el público, como la calidad del producto, fruto del mimo con el que se trabaja en las empresas artesanas, mayoritariamente con un historial de décadas en la elaboración. Es el caso de Alfonso Alonso, que dirige la leonesa confitería Sanvy, junto a la basílica de San Isidoro.
Los alimentos artesanos son más saludables
al tener limitado el uso de aditivos, como certifica la OMS“
Para él, ser artesano supone multiplicarse, levantarse a las cuatro de la mañana, “conseguir que nuestros productos se distingan”, ya que solo utiliza materias primas de primera calidad, con origen en Castilla y León. Para él fue “un orgullo” que la Junta certificara como artesano su obrador en relación con sus pastas de té, sus hojaldres y su tarta Colegiata. También que el portal Tripadvisor le haya otorgado un certificado de Excelencia.
Hojuelas de La Giralda de Castilla
Nos sirve para cerrar este recorrido por los artesanos el ejemplo de Ángeles Leonardo, responsable de otro obrador: La Giralda de Castilla, en Matapozuelos. Su apuesta por abrir la empresa al consumidor le ha valido el Oro a la Mejor Empresa Visitable en la última edición de los Premios Artesanos.
La trastienda de Ángeles acoge diferentes talleres y eventos, algunos de ellos dedicados tanto a su producto como al pueblo en el que vive y trabaja, en la Tierra de Pinares. De hecho, su empresa forma parte de la Ruta del Vino de Rueda. Una prueba más de la implicación de los artesanos con el territorio al que representan.